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La poesía y su influencia en el estado anímico, por Josep Cornadó

En el mundo siempre han estado en pugna dos corrientes muy poderosas: la ciencia y las humanidades. Se entiende por ciencia el conjunto de conocimientos obtenidos tras un proceso de observación y razonamiento, se caracterizan por ser fácticas, analíticas, sistemáticas y metódicas. No hay lugar para las dudas. Por otro lado, las humanidades son un grupo de disciplinas que intentan entender el desarrollo de las sociedades y las culturas humanas. A pesar de los debates que pueda haber, podemos reducir la discusión en que la vida sin humanidades no es vida. La ciencia puede ser el “¿qué?” pero las humanidades nos plantean el “¿para qué?”.

Las ciencias sociales o las humanidades están integradas por la filosofía, el derecho, la literatura, las artes plásticas, la música, la religión, las comunicaciones, la poesía y pare de contar. Durante el aislamiento social, producto de la pandemia por el virus COVID-19, nos dimos cuenta que hay muchas cosas a las que podemos renunciar, pero el ver una película, leer un buen libro, trabajar en una pintura, escuchar un podcast… Definitivamente, hacen la vida más agradable. Hoy, Josep Cornadó Mateu profundiza en ello y viene a resaltar una de esas disciplinas, su impacto en el estado anímico de las personas, su trascendencia en las relaciones: la poesía.

La poesía: reflejo de realidades sociales

La poesía consiste en la manifestación de la belleza, las emociones y la realidad del mundo en un sentido estético, por medio de la palabra en verso o prosa. Josep Cornadó Mateu considera que puede tener un impacto poderoso en el estado anímico de las personas. Por medio de ella se pueden drenar sentimientos y emociones, expresar de la mejor manera realidades que pueden no ser tan brillantes. Josep Cornadó incluso señala que es a través de la escritura y la palabra en la literatura que se manifiestan las consecuencias de un conflicto social, y eso en los poetas se ve reflejado. La irracionalidad y un tanto el desequilibrio psicológico tiene presencia en las obras hechas por la mayoría de autores.

De hecho, ya sea un autor que se valga del verso o la prosa, es su sello característico, su mezcla de genialidad y locura, lo que lo convierte en una leyenda. No es fácil despertar emociones, alborotarlas y hacer que el lector despierte dentro de sí una parte de su personalidad que pensaba que no existía. Poetas como Pablo Neruda, Federico García Lorca, T.S. Eliot o Ernest Hemingway dejaron que su pluma volara sola, a la velocidad de sus pensamientos y el ritmo que marcaba su corazón.

Evolución de la poesía en la visión de Josep Cornadó

Josep Cornadó Mateu lo tiene muy claro: los diferentes acontecimientos que tienen lugar en la historia han impactado a los autores, su manera de expresarse, de construir un mundo en pocos versos. La poesía es un arte que puede decirse que existe desde el nacimiento de la escritura. Los hallazgos más antiguos se encuentran en Egipto con jeroglíficos que parecen ser canciones y datan del 2.600 a.C. Ha tenido una evolución a lo largo de los siglos, con el desarrollo social.

En la edad antigua, la poesía se caracterizaba por narrar acontecimientos gloriosos y heroicos, también era utilizada para contar sentimientos, angustias e inquietudes de sus autores. Y es que no hay que olvidar que la poesía siempre ha procurado hacer sentir, más que invitar a reflexionar. Enamora, seduce, invita al diálogo. Puede revivir hechos de gran trascendencia, hacer que te emociones, que tu corazón se llene de ternura; pero, también acongoja, rompe el alma dramáticamente.

Las fuentes de estos escritos son predominantemente de Grecia y Roma, en este último fue más relevante los temas amorosos y eróticos. Llegada la Edad Media se crearon dos corrientes: una que consistía en cantos al estilo de los villancicos; y otra que era escrita y hacía referencia a temas religiosos, políticos y nobles. Con el renacimiento se retoman corrientes de la antigüedad y surgen nuevos paradigmas. Se comienza a tocar temas filosóficos, se aborda el amor dando pie a la corriente romanticista que serìan lideres del genero en los próximos siglos.

Pero, como explica Josep Cornadó, hablar del amor también conlleva nombrar otros sentimientos, como la tristeza, la soledad, la ansiedad, la desolación, la emoción o la lujuria. La poesía y sus autores se vieron retroalimentados con esta expresión artística, tan misteriosa y ancestral. La disciplina obtuvo obras de alto valor estético y dogmático; mientras que los autores materializan en palabras aquello que estaba escondido en sus corazones, también reflejan las realidades que, para la época, presenciaban sus ojos. No hay que olvidar la forma tan magistral como Rómulo Gallegos, por ejemplo, valiéndose de ciertos recursos poéticos, aunque siendo un paisajista nato en la prosa, logró expresar su indignación por la Venezuela medio salvaje, azotada por el régimen de Juan Vicente Gómez, a inicios del siglo XX.

La modernidad y la época contemporánea agregan elementos más sensoriales a los escritos, algunos se alejan de los romanticismo y misticismo para dar paso a contar historias del mundo y las realidades que nos rodean. Otros tipos de amor, quizá, realidad políticas y sociales, cantos al feminismo y otras ideologías.

Sea cuál sea la época o la corriente, una constante en la poesía siempre será el estado anímico de sus autores, que se ve reflejado en la inmortalidad del papel.